miércoles, 20 de mayo de 2009

fotografía cotidiana

La canilla se cae y hace estruendo. Al abrir la puerta un vaho de carcajadas húmedas e inocentes me abraza. El vapor se dispersa un poco y entro. El agua alborotada desborda por los costados de la bañera dibujando figuras en el piso. La toalla arrugada, sometida a trapo, absorve la morfología de los charcos. Santino se sumerge fabricando burbujas y el jabón se deshace en lo profundo. Sobre la superficie una esponja navega errante, mientras bailan despreocupados los juguetes y las risas en completo desorden.

martes, 28 de octubre de 2008

A mi amiga Lili

Un grito que estalla, un corazón se rompe,
sangra.
Una sonrisa que abraza;
un mate caliente en la tarde nublada del domingo.
Un mundo de palabras que alientan o que retumban, pero acompañan,
sostienen,
me habitan.
Un arsenal de emociones encontradas, paridas en cuartos diversos;
pasiones que buscan escenario;
almas que buscan refugio.

(escrito en julio de 2008)

viernes, 17 de octubre de 2008

Estas ahí

Estas ahí, aún no te conozco. Sin embargo intuyo en vos un implacable deseo de poseerme.
Me acerco, apenas, intermitente, con miedo. Desde esa lejanía inmediata tus manos me acarician, me seducen, me invitan con su danza tranquila.
Veo reflejos dorados en tu piel de celulosa encerada y quisiera animarme, atraparte entre mis piernas de red, embriagarte con besos indelebles y babas de tinta. Esconderme y descubrirme en tus pliegues de azúcar y hiel, liberarme y contarte lo que escondo entre mis labios angélicos.
A veces me reconozco vulgar, dejo que los bordes de encaje rojo asomen bajo mi falda, me adorno con atavíos comunes y salgo en medio de la noche a cazar figurines vacíos.
De vez en cuando, sucede como por casualidad, que un suspiro me regala un vestido de fiesta y por la ventana entra una efervescencia de ideas que me enaltecen y me hacen brillar. Entonces las palabras se abrazan unas con otras, y te descubro en la bruma espesa de lo cotidiano. Desabrocho mi blusa, te insinúo un camino para recorrerme. Y cuando tus dedos se acercan, y me tocan, un temor extraño me oculta en la angustia de lo mediocre, de lo banal. Me alejo.
Pero aún estas ahí.
Apenas te conozco.

(Escrito en Agosto de 2007)

Olvido lento

Empollaré la tristeza en un nido de dudas,
enredo de serpientes danzantes,
maraña de recuerdos.

Incubaré una melancolía inmensa
en su huevo de memorias alborotadas,
en su cascarón de piedra.

Las criaré con nostalgia de tus manos exactas
explorando mis rincones,
robándome peces príncipes;
de nuestros cuerpos fusionados
exhibiendo su danza
frente al espejo;
de tus ojos cansados
montados en mi mirada,
galopando lento.

Y daré a luz un olvido pausado,
un desamor forzoso,
vástago endeble,
retoño que de a poco se integra,
tropieza,
se incorpora,
titubea,
se endereza,
observa,
evalúa,
y echa a andar.

(Escrito en abril de 2007)

Grito Sagrado

Desde ese lugar todo tenía color a silencio. Su mente, una casa mística atriborrada de intrigas y secretos, seguía anclada en aquel rincón atroz. Con la mirada hierática recorría las aristas de la duda en un anhelo interminable. Mientras divagaba con la cara alunada ensombrecida por el revoloteo de una luciérnaga, su corazón volvió a transitar el camino antropófago de la memoria (un latido y luego otro, y otro mas corto y apurado, palpitaciones; el corazón se cierra, se estruja, se acobacha, y alguien se lo sorbe, lo chupa, lo saborea y deja solo los restos, desechos).
Como un hilo delgado penetra en la escena el cántico obsceno de sopranos lejanísimas. Lentamente se zurce la trama y va tomando forma el tejido, velo de seda (instante de calma, orden relativo, quietud pasajera y entonces). La tela se rasga y revela, evidencia las miserias de un vestido intruso.

El recuerdo de un beso alucinante enceguece. Y cuando la luz confiesa la humedad de las paredes, las grietas en las almohadas y el frío se filtra entre los burletes desgastados de las palabras, el alma se convierte en un grito sagrado, y es todo, y se disuelve o se hace de cuarzo.

(Escrito en junio de 2007)

jueves, 16 de octubre de 2008

Vestidor de almas

Mi alma es gaviota sutil, me sube a sus alas y me eleva hacia lo infinito. A veces, caprichosa, se metamorfosea en aparato inmenso, me pegotea y me aplasta contra el suelo. De día me suelta, me libera, me abre puertas. De noche me las cierra, me acorrala, me acribilla. No tiene horarios ni cita previa. Me ofrece un coctel de estados anímicos entre los que no puedo escoger, ella elige y me somete a su criterio. Circula por la vida como por una feria: regala mi risa, permuta mis ilusiones, subasta mi dignidad al mejor postor, y si ya nada le queda por vender, se empeña a sí misma y me deja desamparada, sin un camino por recorrer. En mi interior solo desierto y soledad, vacío y desconsuelo, hasta que un día junto fuerzas y algo de aliento y logro recuperarla. Y ahí vamos, unidas nuevamente, en busca de un destino. Andamos y andamos con rumbo incierto, sombras, tropiezos, caídas, y por fin sucede: el sendero comienza a aclararse. Pero esa luz la enceguece, se disgrega y otra vez me deja fuera. Una negrura profunda me invade sigilosamente por dentro, se queda quietita sin ser descubierta, y de pronto da el gran golpe: se roba un alma ajena. Mas esta también es patológica; se regala, se prostituye, no tiene juicio. Mientras una avispa le picotea en la oreja, dos mariposas se pavonean entre sus labios; y el amor pasa de largo en un ómnibus sin ventanillas.
Y así ando, errante por esta ruta sin nombre, probándome almas sin marca ni garantías, a ver si un día encuentro una que me calce justo, que no sobre de largo ni de cintura. Estimo que no está lejos. Seguramente es alguna que anda por ahí.
(Escrito en marzo de 2007)